<<esta va por ti, Paige>>
Siempre me acuerdo de los veranos de mi infancia en un pueblo pequeño de las Rías Altas y esa sensación que me encantaba de coger la bici a las 10 de la mañana y no volver a casa hasta las 4 de la tarde… ¡y comíamos a esa hora! Me sentía genial… recuerdo que me parecía muchísimo más divertido que el caso de mis primas, que se tenían que ir a las 2 a casa a poner la mesa. En mi casa daba igual si se comía a las 3, a las 3 y media, o a las 4… si hacía buen tiempo había que aprovechar. Con 12 años me sentía poderosa sin horarios establecidos y comiendo y cenando muy tarde.
Y ahora, cada vez que tengo una cena y me dicen que es a las 10 de la noche o 10.30 pienso que es tardísimo. Siempre he creído (es pura hipótesis) que España debe ser el país en el que más tarde se cena del mundo. No es normal que cenemos a esas horas. No es normal que el “Prime time” sea a esas horas. No es normal que nos acostemos a esas horas. Y por supuesto no es normal que trabajemos hasta esas horas. Y es que parece una tontería, pero si tuviésemos establecido culturalmente un horario de cenas a las 7 u 8 de la tarde, como en otros países, estoy convencida que saldríamos de trabajar a las 6 como muy tarde y tendríamos más tiempo para otros aspectos de nuestra vida fundamentales que nos aportan estabilidad y equilibrio.
Y es que, ¿realmente se es productivo después de haber iniciado tu jornada laboral 10 horas antes en el mejor de los casos? Yo no he hecho estudios científicos que lo avalen, pero me apostaría la uña del dedo meñique a que las jornadas laborales tan largas e intensas contribuyen al estrés, a los trastornos de ansiedad, a la procastinación, a la inestabilidad personal y emocional, a la mala calidad y cantidad del sueño, e incluso a la obesidad.
En mi opinión tenemos que ir adaptando nuestros horarios teniendo en cuenta que no tiene sentido mantener las costumbres de hace 20 años. ¿Descansos de 2 horas y media para comer…? Ya no tiene ningún sentido, pero ¡eh! ¡Señores! Si comemos en una hora, salimos hora y media antes… no nos olvidemos. Hay veces que ocurre que intentamos ahorrar tiempo en la comida, y al final salimos de la oficina a la misma hora, con el resultado de una jornada saturada y un cansancio que se va acumulando. Desterremos de una vez por todas las absurdas jornadas partidas, los horarios rígidos e inamovibles, las reuniones innecesarias eternas y poco productivas, y por supuesto, la visión noventera y wallstreetiana del yuppie que sólo vive para trabajar y pasa las horas de sol dentro de edificios de oficinas, que aunque parece muy anticuado, hay empresas que aún valoran y promocionan este tipo de perfiles.
Por favor, Señores importantes de las empresas, dejen de poner reuniones a las 5 o a las 6 de la tarde. Que no tengáis necesidad de volver a vuestra casa por lo que sea, no significa que los demás no tengan aspectos personales que cuidar. Dejad de llamar a horas intempestivas, de contestar correos a las 12 de la noche ( ¡oh sí! ¡Cuanto trabaja! Que pena que cuando le prejubilen forzadamente nadie se vaya a acordar de esto…) y si no lo veis porque sí, simplemente pensad, que a la larga, estos horarios intensos y brutales sólo van a contribuir a que la productividad y creatividad se vayan mermando, que el hastío y la desmotivación vayan llegando, y que nos quedemos bloqueados hasta el estancamiento.
¿Y qué podemos hacer nosotros? De momento, empezar a cenar a las 8.
14 mayo, 2015 en 18:43
Yo defiendo que para conseguir avanzar hay que cambiarnos de uso horario, volver a Greenwich, una hora menos. La vida sería más racional. El sol nos ayudaría a cumplir con horarios más cómodos para todos. ¿Por qué la Champions es a las nueve menos cuarto? Porque en Europa a esa hora las familias ya han cenado y se han sentado delante del TV dispuestas a disfrutar del espectáculo.
15 mayo, 2015 en 10:44
Estoy de acuerdo, yo también volvería al de Greenwich, lo tengo clarísimo. Gracias por tu opinión!
14 mayo, 2015 en 23:07
Desde hace poco más de un año intento poner las cenas en casa a las 20:30. Un gran cambio! Sólo falta conseguir no tener que trabajar desde casa después de cenar… Cambiará si de verdad se produce la recuperación económica?
15 mayo, 2015 en 10:41
Sí, yo también intento cenar antes cada vez y lo agradezco un montón… y lo de trabajar desde casa, es lo que tiene ser profesional libre… pero tiene otras ventajas… 😉
15 mayo, 2015 en 10:51
Como siempre, toda la razón. Esa libertad que teníamos de niños, ahora se ha conviertido en una esclavitud de horarios, llegando con la lengua fuera a todas partes y sin tiempo de calidad y disfrute para lo que hacemos. Yo he llegado a cenar a las 12 de la noche, y lo peor es que no lo he visto tan mal, porque claro, como voy a cenar a las 7/8 si estoy trabajando.? Son los horarios del trabajo los que imponen nuestros horarios personales.
Pero tengo que reconocer que en verano o los días libres, procuro romper con los horarios y volver a esos días sin reloj.
Y muchas gracias! Me ha encantado y me ha hecho parar y recordar y sonreír.
15 mayo, 2015 en 13:15
Gracias Paige! Me alegro que te haya gustado! Sí que son los horarios del trabajo los que imponen los personales, pero si se empieza a crear otra cultura de horarios, en las empresas también cambiarían las cosas no? Yo estoy convencida que la tendencia va a ser esa… cada vez cenar antes y comidas ligeras y cortas.
15 mayo, 2015 en 10:53
Yo en cambio no volvería al horario de Greenwich. A mi me gusta este, y es el mismo que la mayoría de Europa
15 mayo, 2015 en 13:19
Yo sí, jaja, pero la mayoría de Europa que está una hora de sol más hacia el Este/Oriente, ¿O no?