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Una amiga el otro día me dijo (Maca va por ti), que yo ahora estaba en plan “zen”. Al principio me hizo gracia, pero después, pensándolo mejor, me di cuenta de que me agradaba que me viese así, porque significaba que había conseguido uno de mis objetivos personales: Tomarme la vida con más calma.

 

Siempre he sido un poco “culo inquieto” o “agonías” o “estresada”, todas esas cosas me han llamado, y yo me veía más bien dinámica, rápida y enérgica…  Hace unos años iba siempre con la lengua fuera, agobiada a todos lados, salía de casa con estrés, corría todo el rato y nunca nunca tenía tiempo para nada. Siempre me faltaba tiempo. Es más, recuerdo el hecho de pensar que ojalá los días tuviesen 25 horas. Eso sí, llegaba a casa y me desmayaba. Toda esa energía que tenía durante el día acababa literalmente conmigo. Menos mal que ahora vivo de otra manera.

 

A veces tengo la sensación de que antes, en el fondo y sin yo saberlo, me gustaba dar la imagen de muy ocupada. Creo que le ocurre a mucha gente en el mundo de las empresas y en el mundo de las relaciones personales. Muchas veces parece como que si te demandan muchas personas, que si tienes mucho lío, que si no tienes tiempo para atender una llamada, si contestas los correos 5 días después o a las 12 de la noche y sin tomarte el tiempo para decir buenos días, o hola, o estimado… y firmas con iniciales (porque es más rápido, esto es muy cool, yo lo he hecho) eso sólo puede significar que eres muy importante, que tienes mucho trabajo, muchas ocupaciones y que sin tu dedicación todo se iría al garete. Creo que esta ilusión nos retroalimenta a muchos, pero yo que lo vivo desde la experiencia de ex adicta a la rapidez, al para ayer, al ASAP y al ando liadísima, siento que esta dinámica está enfermando en cierto modo a nuestra sociedad. Y lo cierto es que al final absolutamente nadie es indispensable, y que las buenas ideas, la creatividad, la productividad y la eficiencia son totalmente enemigos del estrés y de ese ritmo acelerado de gallinas sin cabeza.

 

Por eso reivindico volver a hacer las cosas de una manera relajada. Pienso que en 24 horas hay tiempo para todo, y creo que simplemente es cuestión de prioridades. No hay nada más gratificante que tener tiempo de calidad para las personas que queremos, para el trabajo, para el ocio, para la naturaleza, para el aire libre, para vivir la vida de verdad. Creo que esa mentalidad de rapidez e inmediatez que nos desborda es contagiosa y a veces es muy difícil ir contra corriente, pero yo lo que quiero es contagiarme de la “slow life».

 

Además, a veces también me pregunto ¿qué es lo que tememos encontrar si nos paramos? ¿ Alguna idea?

 

Aquí os dejo unos consejos del movimiento slow que me parecen muy interesantes

http://movimientoslow.com/es/consejos.html

 

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